Final Wooden House.
La casa se construye con bloques del mismo material y grosor (madera, 350 mm), que configuran el espacio distintamente según la disposición de ellos. De este modo, se crean las paredes, mesas, sillas, las camas... en base a la voluntad del habitante en cada momento. El espacio, por tanto, se reinterpreta todo el tiempo.
Para Sou Fujimoto la medida de los bloques, salientes o entrantes, y de distinta longitud, es la medida del cuerpo humano, y por eso es una casa que se adecua a los movimientos y articulaciones del cuerpo.
Para nosotras, las sensaciones que inspira esta enorme ‘‘escultura habitable’’ son las propias de un espacio pensado para un disfrute carente de funcionalidad, que es la característica que buscaríamos en una casa tradicional. A pesar de esto, la distribución de la casa, de oídas, podría parecer normal (dos habitaciones, un baño, una cocina...).
Además de que no hay espacio para desaprovechar en casi 16 metros cuadrados, y que aun así dispone de espacios de almacenaje, las zonas se reinventan en todo momento.
Por último, el minimalismo que reina se reivindica con los objetivos a conseguir por el arquitecto: la relación entre los espacios, las paredes y la luz, sólo interrumpida por el vidrio de los huecos al exterior. Destacar que la construcción con forma de ‘‘casi cubo’’, totalmente apolínea, recta de aristas y ordenada, se sitúa en un monte (ladera), dejándonos ver claramente la contraposición e integración del bosque con la estructura.
